NOTA DEL CLUB LITERARIO 'LA PLUMA DEL GANSO', CD. DE MÉXICO:


 
  Estimados socios y amigos de La Pluma del Ganso:  Nuestro compañero Hugo López-Araiza, que asistió a la reunión con Mario Markus, me envió la reseña de ella que me permito compartir con ustedes, primero, para que quienes fueron recuerden la sin duda buena velada que tuvimos y, segundo, para que quienes no pudieron asistir traten de acompañarnos en otra oportunidad, puesto que Mario Markus está avisándome que volverá a venir a México allá por septiembre u octubre de este año y amenazando con ofrecer un recital de sus poetas favoritos. Un salud.  Dantón  



RESEÑA DE LA REUNION CIENCIA Y POESIA: CONVERSANDO CON MARIO MARKUS


Recibí por correo electrónico la siguiente invitación:

CIENCIA Y POESIA: CONVERSANDO CON MARIO MARKUS
El miércoles 12 de marzo a las 19:00 hrs en El Juglar (Manuel M. Ponce 233, Col. Guadalupe Inn, teléfonos 5660-8061 y 5660-7900) nos reuniremos con Mario Markus en una reunión que hemos llamado "Ciencia y Poesía, conversando con Mario Markus".
Mario es suscriptor miembro de Revista (Club) La Pluma del Ganso y radica en Alemania. Viene a México por unos días a dictar una serie de conferencias sobre física (él es un destacado investigador del Instituto Max Planck en Alemania), y nosotros aprovecharemos su estadía en nuestro país para conocernos personalmente y compartir nuestro común interés en la poesía. Anote la cita en su agenda y nos vemos en El Juglar.

Así que, obedeciendo la orden, lo apunté en la agenda y me preparé para asistir, incluso invité a algunos amigos científicos que por supuesto, no fueron.

El día señalado, media hora antes de la cita, sonó mi agenda electrónica, me dispuse a terminar mis labores y apagar mi computadora.  Ese día me había sentido un poco indispuesto, así que aprovechando la tecnología, me quedé trabajando en casa.  Cuando subí a despedirme de mis hijos, el de en medio, un niño de once años, me dijo que estaba aburrido y que no sabía que hacer, así que lo invité a que me acompañara, "¿y si me aburro?" me preguntó.  Le dije que no podía ser peor que quedarse solo, por lo menos estaríamos juntos.  Mi otro hijo, el adolescente, determinó que tenía mucha tarea y que no podía ir.  Cuando me fui de casa, estaba conectado a la televisión "descansando de estudiar todo el día".  No se a que hora se dignó comenzar su tarea.

El camino al Juglar fue largo y complicado, en mi afán de evitar embotellamientos ocasionados por las obras de construcción de puentes sobre Av. San Antonio, destinados a evitar embotellamientos.
Mi hijo opinó que el Juglar quedaba muy retirado de casa, así que para hacer el viaje menos torturante, intenté mostrarle cuanto lugar conocido se nos atravesó en el camino.

De nada sirvió haber prevenido llegar temprano, pues no lo logramos.  Afortunadamente empezaron tarde y casi llegamos a tiempo.

El lugar estaba lleno. Pude ver a  muchos compañeros del Club de la Pluma del Ganso, a quienes me dio mucho gusto saludar, así como a Jaime Hales, Agregado Cultural de la embajada de Chile, y otros chilenos artistas, radicados en México.

Al frente, sentado en la mesa de Honor, estaba Dantón Chelén, editor de la Revista del Club  la Pluma del Ganso y a su lado, el invitado, Mario Markus, vistiendo una camisa blanca, con corbata.  Su aspecto, más que de un científico, es de un hombre bonachón entrado en canas, que le llenan buena parte de su cuidada barba y el poco pelo que le sobra alrededor de la cabeza.

Después de una breve presentación, Mario Markus se arrancó a leer-declamar-recitar-disfrutar, unos poemas de autores americanos desconocidos, que de alguna forma se enteraron que a él le encanta hacer esto, y le hicieron llegar sus trabajos.  En lo personal, no estaba preparado para aquellos momentos mágicos maravillosos en los que el maestro Markus me hizo disfrutar y reflexionar.  Su selección no fue del tema más abundante dentro de la poesía: el amor.  Este hombre nos llevó por los senderos de la vida cotidiana vista por los poetas.  Esos momentos, a ratos dramáticos, como la cena de negros ecuatorianos; a ratos pasionales, como la poesía del un chamaco chileno de 14 años; a ratos químicos como el poema al Hierro, sí, al elemento Hierro de la tabla periódica, hizo despertar en mi muchos sentimientos distintos en un tiempo muy breve.  En los intermedios, yo volteaba a ver a mi hijo, quien también estaba disfrutando la reunión.

Entre poesía y poesía, nos comentó que estaba preparando un CD con poesía americana, editado en España.  Nos mostró dos portadas.  La primera mostraba al continente americano un poco modificado, pues entre México y Canadá aparecía una pequeña franja gris y una flecha señalándola con la leyenda "gringolandia".  La segunda mostraba el mismo mapa, pero esta vez invertido, con Chile apuntando al cielo.  Todo esto para mostrar que el contenido del CD es de poesía de autores americanos, de diferentes Estados unidos de América.

Dantón, haciendo gala de su experiencia, interrumpió la lectura de poesía para proponer un intercambio de ideas entre el invitado y los concurrentes.  Para estos momentos, mi hijo ya había abandonado la sala en busca de algún libro interesante para comprar.  Su ausencia no se notó mientras Dantón escudriñaba a la audiencia en busca de algún valiente que se animara hacer la primera pregunta.  Después de unos incómodos instantes, Maurico Vega, compañero artista plástico, hizo suya la voz de la mayoría de los presentes y en un lenguaje cuidado y pausado, tratando de no expresar alguna emoción le preguntó a Markus lo que yo solo puedo expresar de la siguiente forma ¿qué diablos hace un científico haciendo y leyendo poesía?

Tal pregunta, que a muchos de nosotros nos motivó a ir a la reunión, ahora estaba en el aire y la ansiedad reflejada por el compañero y transmitida por el resto de los presentes, llegó hasta el buen Mario Markus, quien la percibió de inmediato. Invitó al pintor a que no se pusiera tan tenso, que se relajara y que disfrutara de la reunión, sugerencia que todos aceptamos con gusto.  Markus volteo a ver a Dantón y le hizo la observación que una periodista del Excelsior le había hecho la misma pregunta, que esperaba que lo hubiera entendido, y ya veríamos en el periódico si se había podido expresar bien.  Ahora intentaría resolver ese misterio diciendo que él no entendía porque había de haber división entre la ciencia y el humanismo, pues al fin y al cabo los científicos son hombres con  sentimientos y tiene necesidad de expresarlos.  Lo mismo sucede con los poetas que requieren de la ciencia para explicarse lo que sucede a su alrededor.  Desde su punto de vista, esa dicotomía no debiera de existir.  Sin embargo esta fuertemente arraigada, principalmente dentro del mundo científico.. Nos contó la siguiente anécdota:  cuando estaba preparando su viaje a México, invitado a dar una conferencia de una hora, más 15 minutos de preguntas, en un congreso químico, le propuso a la persona que lo invitó que organizara entre los científicos asistentes una velada poética y él estaba dispuesto a compartir con los demás científicos la poesía de los autores americanos.  Como podrán suponer, el organizador ni siquiera respondió la sugerencia, es decir, la ignoró.

Continuando con la tertulia, yo fui el segundo en intervenir y hacerle ver que su formación científica se refleja en su poesía a un grado tal que ha escrito un poema para cada elemento de la tabla periódica (más de 100) además de series de poemas que su título comienza con las mismas palabras.  Esto fue una revelación para él.  Algo tan natural para un científico es tan ajeno para un poeta.  Ese afán de orden, de clasificación, de disciplina, de obsesión que le permiten al científico llegar hasta los orígenes mismos de la creación para explicar los fenómenos que nos rodean, puede ser tan ajeno a un poeta que solo escribe cuando la ebullición de su ser interior lo obliga.

Después de un rato de intercambiar ideas sobre el mismo tema, Dantón sugirió que si alguien del público estaba deseando leer algún poema, ese era el momento.

Juan Eduardo Esquivel, poeta chileno ahí presente, dijo que deseaba leer un poema que había escrito como respuesta a un reto lanzado por el Jaime Hales, ya que le hizo la observación de que ningún poeta chileno había escrito nada acerca de la Paz.  Así que inspirado en el tema y tomando las leyes de Maxwell del electromagnetismo como inspiración, escribió y nos leyó el único poema científico de toda la noche.   Fue discurriendo entre devanados de motores eléctricos, fuerzas electromagnéticas positivas y negativas que chocan entre si, imanes que se atraen y se repelen, todo un enfrentamiento de fuerzas que llevan a la Paz.

Después de algunos comentarios más, Dantón nos invitó a terminar el coloquio, pues El Juglar cierra sus puertas a las nueve de la noche.  Con tan solo 15 minutos por delante, me apresuré al frente y le pedí a Mario Markus, que me mostrara los trazos y anotaciones con los que él , después de leer muchas veces una poesía, acostumbra señalar las pausas, entonaciones, acentos, énfasis y demás herramientas que le permiten de manera tan efectiva transmitir los sentimientos del poeta-autor, al público cautivado con sus gesticulaciones, miradas y ademanes que convierten la lectura de la poesía en algo sumamente humano.  Me dijo que nadie le había pedido tal cosa y como niño pillado en su travesura, trató de explicarme un complejo sistema simbólico que le permite expresar sus sentimientos.

Al final de la charla mi acerqué a la compañera poeta María Ella Gómez y le dije que por fin había encontrado a alguna persona que se asemejaba a ella en transmitir al público los que quiso expresar el autor, aunque Ella me hizo ver que Markus requería de largas horas de preparación mientras que ella lo lograba a la primera leída.

Abandoné el recinto con un espíritu henchido de tanta poesía y me dediqué a saborear los momentos aquellos mientras mi hijo deambulaba por la librería buscando literatura de las civilizaciones anteriores a las pistolas.  Pude entonces despedirme de Dantón cuando se peleaba con otro chileno para pagar un libro que le querían obsequiar a Mario Markus.  Yo los seguí con dos volúmenes de las grandes batallas de la humanidad.  El primero, era antes de la pistola y el segundo, mucho más aburrido, ilustraba la forma en que los hombres se matan entre si, a lo lejos, de forma por demás abusiva sin derramar sangre, sudor ni lágrimas, como en la lucha cuerpo a cuerpo.

Tomamos el coche y con las luces interiores prendidas, mi hijo fue descubriendo las estrategias de las luchas campales, mientras yo intentaba mostrarle los avances de la obra del distribuidor vial de San Antonio, acto fallido, ya que don Andrés Manuel López Obrador, determinó que ningún capitalino puede circular por el Periférico después de las 9 de la noche.

Hugo López Araiza Vega
13 de marzo de 2003

 
 
 
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