sábado 20 de mayo de 2006  
"Bilis negra
 
En este cómic de Mario Markus, en un futuro no muy lejano, dos tendencias se enfrentan: los cientificistas y los ecologistas.


El cómic chileno tiene una existencia más bien subterránea, salvo el gran clásico del género, Mampato. Librerías especializadas y lectores que parecen formar parte de cofradías iniciáticas son parte esencial de su caracterización. Abunda la historia satírica, con títulos como Star Mal o Rasca Man, y últimamente la serie de Caleuche ha conquistado no pocos lectores adolescentes. El cómic de ciencia ficción es mucho menos frecuente por estas latitudes. La mejor serie escrita en este ámbito por un chileno, El Incal Negro, pertenece a Alejandro Jodorowsky y fue dibujada nada menos que por Moebius.

De manera que corresponde, a lo menos, destacar la valentía del físico Mario Markus, autor de Bilis negra, para entrar en un territorio que cuenta con notables exponentes. El dibujo es de Marcos Borkoski, más conocido como Fyto Manga, uno de los más destacados del medio local. En un futuro no muy lejano, dos tendencias opuestas se enfrentan en el mundo: los cientificistas, que quieren mejorar el género humano incluso a través de la manipulación genética, y los ecologistas, que quieren mantener pura la raza humana. Ambas dan lugar a terribles abusos, excesos y persecuciones a escala planetaria; la teleportación es el método favorito para viajar, pero quienes huyen están obligados a usar máquinas clandestinas. Y aquí se inicia realmente la historia, que da pie a una especulación a caballo entre la ciencia, la filosofía, el esoterismo y la teología: la pregunta de Markus se refiere, nada más y nada menos, a la existencia o no del alma. Y aunque es interesante el desarrollo, por una parte da la impresión de que son demasiadas ideas para una sola historia, y, por otra, que el autor escogió desarrollar la más abstracta y menos seductora para el público juvenil, el obvio destinatario de este cómic. Algunas reiteraciones innecesarias en el relato y la intención pedagógica de muchas intervenciones del narrador dan a Bilis negra cierta pesadez y lentitud, sobre todo a partir de la mitad. Pero, sin duda, es un buen esfuerzo, y el texto final, en el que Markus sostiene, basado en evidencia científica, que la teleportación es posible, es muy interesante.

Rodrigo Pinto.

   
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